Técnicas de Construcción

Fabricación del Adobe

La mayor parte de las tierras son válidas para la fabricación de adobes, si bien es recomendable emplear tierra arcillosa y en ocasiones es necesario realizar correcciones mediante la adición de arena o más arcilla. Una vez eliminada la capa de sustrato vegetal, se excava la tierra y se criba para limpiarla de piedras, raíces y otras impurezas. El amasado del material puede realizarse en el mismo lugar de la extracción o en una artesa Cajón cuadrilongo, normalmente de madera o metal, que por sus cuatro lados se va estrechando hacia el fondo y se emplea para amasar dispuesta en las proximidades. En el caso de que los adobes se vayan a estabilizar con cal o yeso, el conglomerante debe ser añadido y mezclado con la tierra antes del amasado inicial. A continuación, se añade el agua necesaria para obtener un barro de consistencia plástica, que será mezclado empleando azadas, palas u otras herramientas, amasándolo con pies y manos o con la ayuda de animales de tiro, hasta conseguir que la tierra se haya desmenuzado completamente y haya absorbido todo el líquido aportado.

De incluirse paja en la composición de los adobes, ésta debe suponer entre una tercera y una cuarta parte de la mixtura y debe ser añadida a la mezcla fresca y homogénea obtenida tras el amasado. Las fibras empleadas deberán haber sido picadas, manualmente o empleando trillos, hasta una longitud de unos 5 cm. Si son excesivamente cortas, no tendrán capacidad suficiente para evitar la fisuración de las piezas. Por el contrario, si son demasiado largas, reducirán la trabajabilidad de la mezcla, dificultarán su moldeó y favorecerán la aparición de huecos en los adobes. Una vez añadida la paja, la mezcla resultante se amasa de nuevo, añadiendo agua si es necesario, y se deja reposar entre uno y tres días. Este proceso, que se denomina dormido, se debe llevar a cabo en un lugar cobijado del aire o cubriendo la mezcla con mantas o lonas para minimizar la evaporación de agua. El dormido tiene por objeto permitir la completa hidratación de la arcilla contenida en la mezcla y evitar que se formen nódulos de tierra seca.

Secado de adobes en Grenoble, Francia
El moldeo de los adobes se suele realizar sobre una superficie plana sobre la que se espolvorea arena, paja, polvo de tierra seca o ceniza para evitar que las piezas, al secar, queden pegadas al suelo. La herramienta más común para este paso es un tipo de molde de madera, sin tapa ni fondo, que recibe el nombre de adobera o gradilla. Estos moldes pueden ser individuales o estar preparados para la fabricación de varias piezas, y suelen contar con asas o prolongaciones, denominadas orejas, para facilitar su manejo. Durante su uso, estos marcos deben ser humedecidos y espolvoreados periódicamente con arena o ceniza para facilitar el desmoldado. La mezcla se debe colocar con fuerza en los moldes, sujetándolos entre los pies para que no se muevan y apretando bien en las esquinas para evitar que se formen huecos. Una vez lleno, se retira el material sobrante con un regle para obtener una superficie lisa y regular y se desmolda levantando la adobera verticalmente y en un solo movimiento, para evitar la aparición de distorsiones geométricas.
Los adobes se moldean alineados para optimizar la superficie utilizada y son dejados secar al aire durante unas tres semanas, cambiándolos de posición regularmente para permitir el secado por todas sus caras. La lluvia, las heladas y el calor intenso pueden dañar las piezas, por lo que la primavera y el otoño son las épocas más adecuadas para su fabricación. En cualquier caso, en zonas calurosas es recomendable el uso de sombrajes o tendales para resguardarlos de la insolación directa y garantizar un secado progresivo.