Una buena conservación y puesta en valor de la arquitectura popular permite mantener la belleza de los pueblos y puede ser el punto de partida de una regeneración del territorio rural basada en el patrimonio. Los vecinos de las localidades juegan un papel muy importante en este proceso, pues estas construcciones no suelen tener protección legal y son sus propietarios quienes deciden en buena medida qué se hace con ellas.
Al estar realizados con materiales naturales, se trata de edificios con un comportamiento y unas necesidades diferentes de las de las construcciones modernas de ladrillo y cemento. Sin embargo, el desconocimiento de las técnicas tradicionales de construcción y la fuerza de la costumbre hacen que estas construcciones sean muchas veces derribadas o intervenidas con técnicas o materiales poco compatibles.